ABORTO: Un tema de varias aristas.

 




Ojalá el mundo pudiera ser esa idealización personal que cada uno sueña, pero en la realidad, no es ni será jamás así, y los libertarios y todas sus ramificaciones parecen no estar consciente de ello. El tema que siempre los dividirá es el aborto, y no hay manera de que lo conversen civilizadamente sin que los unos tachen de asesinos a quienes están a favor y de oscurantistas a los que están en contra. No obstante, este es un tema que definitivamente no admite una sola postura, sino que vale el análisis de las múltiples aristas alrededor y verlo con la mayor objetividad posible.


La controversia está en que si es no delito matar un embrión o si la vida comienza o no desde la concepción. De esto último, ni siquiera hay un consenso científico o que una entidad médica universal avale ese hecho. Sin embargo, hay un par de cositas a tomar en cuenta:

- Aún en países en los cuales el aborto es legal, sigue habiendo abortos clandestinos; si bien es cierto, los índices son bajísimos, en efecto los hay. La especie de estigma y los juicios que forma la gente alrededor de una mujer que aborta, son los motivos que la empujan a hacerlo de manera clandestina aún teniendo las leyes a su favor; imaginen entonces cuánto se intensifica esa realidad en países en los que sigue siendo penalizado. Muchas simplemente no soportarían el señalamiento de su familia y los cercanos. Es una situación que no hay que negar, no entiendo por qué no lo toman en cuenta o no lo mencionan, sobre todo los conservadores.

- Algo que es innegable es que, legal o no, seguirá habiendo mujeres que aborten. Eso tampoco justifica que se dé luz verde para tomar el aborto como una solución, sino una alternativa para casos que amerite tomarla. No, decir "mi cuerpo, mi decisión" o "aborto porque me da la gana/porque me sale del coño" no es una respuesta válida, porque no apela en lo absoluto a la responsabilidad personal sobre la vida sexual, que debe ser consciente por sobre todas las cosas, antes que impulsiva.
Dicho esto, es obvio que el aborto debe despenalizarse pero protegiendo la objeción de consciencia; obligar a un médico a practicar un aborto contra su ética personal, no respeta la libertad individual, por ende, el acceso al aborto no solo debe ser por causas justificadas, sino a través de personal médico registrado que esté dispuesto a practicarlo bajo parámetros que garanticen la salud de la mujer. Por lo tanto, no es correcto que quienes crean que pueden decidir qué hacer en materia de legislación y políticas de salud pública sean fanáticos pañuelos verdes o pañuelos celestes, sino abogados y médicos que puedan determinar qué camino tomar para la despenalización de modo que no perjudique a nadie y que primen las constantes campañas de educación sexual integral (sin adoctrinamientos ni agendas de ninguna índole, cabe recalcar), aunque se paren de cabeza los conservadores y la iglesia. Esa sería la manera más eficaz de disminuir no sólo los abortos sino las tasas de embarazos adolescentes.
Sin embargo, aunque se despenalice, debe existir una vía que logre castigar a quienes venden de manera clandestina el misoprostol, pues es un medicamento de uso delicado. La solución tampoco es venderlo de manera libre y directa, pero debe haber resoluciones que permitan monitorear mafias y castigarlas, porque estas personas venden el producto hasta en 6 o 7 veces más su precio real, sin importarles las consecuencias en la vida de la mujer que las ingiere.

Cabe mencionar que en los distintos países en donde el aborto es legal, existen realidades distintas. La legalización no necesariamente disminuye la tasa de abortos; así tenemos por ejemplo, Groenlandia es el país en donde existen más abortos que nacimientos y las mujeres admiten abiertamente no solo que no les avergüenza decir que se han practicado más de un aborto, sino que olvidan usar métodos anticonceptivos o no los usan a tiempo. En países desarrollados en donde el aborto es legal en todo el territorio, las tasas de aborto son bajas porque se ha priorizado la educación sexual preventiva, y es vital (ni siquiera debería ser tema de discusión) que dentro de las políticas públicas de salud se ejecuten programas de planificación familiar de manera urgente. De lo que sí se puede decir con certeza porque así lo demuestran las estadísticas, es que las tasas de mortalidad materna han disminuido en países en donde el aborto es legal, y es precisamente porque sus políticas obligan a los centros médicos a atender tanto a la mujer que se practicó un aborto clandestino como a la que acude voluntariamente a un profesional.

Aún así, para lograr una despenalización y que no se interprete como permiso para abortar a mansalva, debe haber reformas no solo en el ámbito judicial (revisión de penalización a violadores, por ejemplo) sino que también hay que de una vez tomar cartas en el asunto sobre las adopciones, una realidad triste de la que nadie se preocupa en Latinoamérica y ninguno de los dos bandos activistas, proabortos o providas, se manifiestan al respecto, mientras la tramitología y burocracia para lograr adoptar sigue manteniendo sin hogar a miles de niños y adolescente. Solo gritan sus consignas para alivianar el ratito que sus consciencias están "despiertas" para balar sin sentido cualquier tontería que justifique penalizarlo o volverlo disponible como Tic Tac. 

La manera en que las feministas abordan este tema es extremadamente desubicado; de ahí el rechazo que se ha ganado por parte de la sociedad. Han llegado al punto de hacerlo ver como una alternativa a cualquier método anticonceptivo, niegan la realidad acerca de las múltiples mujeres que se han practicado más de un aborto o incluso hay quienes catalogan esa acción como "libertad de elección", y una de las incoherencias más graves de todas, es alegar que el aborto acabará con la pobreza. Cuba es un país en el que el aborto es legal y gratuito desde 1936, y el mundo entero conoce la realidad socio-económica que viven los cubanos. Existen cientos de testimonios y estadísticas de mujeres que optan por abortar luego de haber omitido o usado incorrectamente algún método anticonceptivo. La cereza del pastel de las feministas es colgarse del aborto para relacionarlo con el maltrato, sugiriendo que si este fuera legal, disminuirían automáticamente las cifras de violencia infantil, en vez de tratar el tema como se debe: un asunto por el que debe pagar el maltratador y no los niños ya nacidos y los que están por nacer. 

El aborto debe responder a una alternativa en que el nacimiento del producto sea inviable, en caso de violación, y podría contemplarse su práctica si el método anticonceptivo llegase a fallar, siempre y cuando este hecho no se agarre como justificativo para practicarse un aborto de manera recurrente, pues, existen métodos que ofrecen más del 95% de eficacia, siendo el DIU el más efectivo reportando apenas un 1% de fallos, al margen de la abstinencia o la esterilización total, por lo tanto, las posibilidades de quedar embarazada son bajísimas. El hacerlo gratuito tampoco debe ser una política aplicable para todos los casos sino para aquellos que amerite, como por ejemplo, una mujer sin recursos y que mora en un ambiente hostil y de maltrato, porque para ella el aborto sería el mal menor dentro de todos los conflictos que rodean su vida y que debe resolver. 

De acuerdo a mis observaciones y revisión de datos, esa ha sido mi conclusión: despenalización con protección de la objeción de consciencia. Ya ha habido casos en el mundo en que los médicos son condenados a prisión por haber salvado al bebé, tal como ocurrió en Argentina a un doctor que salvó a un bebé de 23 semanas y media de gestación; pero así también hay otras realidades, como la de la niña de 10 años en Brasil maltratada y violada por su tío por más de cuatro años, a quien la sociedad y activistas provida pretendían obligar a parir.  Habiendo mencionado todas las caras posibles que se presentan alrededor del aborto, me mantengo en que la búsqueda de soluciones siempre se da de la mano de la objetividad y no con fanatismos ni anhelos personales. 


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