El posmodernismo mató el arte.

Es decepcionante y me indigna sobremanera la visión que la sociedad actual tiene sobre el arte. Por un lado están los posmodernos que a cualquier pedazo de paja le llaman "masterpiece", y por otro, aquellos que lo minimizan, y sobre todo, subestiman a quienes quieren ser artistas, desalentándolos por completo con la típica frase de "vas a ser un muerto de hambre, ¿de qué vas a vivir?", -¡¡¡del arte pues, de su pasión!!!-. Por dios, el arte es un universo inmenso, y no saben cuánto embellece al mundo. El teatro, la música, la pintura, la escultura, el cine, la poesía, todo ello no es algo que cualquiera pueda hacerlo, salvo este país subdesarrollado en el que aparecen ordinarias acomplejadas que, apenas salen en un par de programas, menean la nalga o crean polémica y ya se creen "divas" (criollas) de la televisión.



Yo nunca me incliné por alguna de esas ramas (salvo escribir blogs, lo cual no es arte) -a duras penas aprendí unos acordes de guitarra-, pero las disfruto y admiro, y no me atrevería a criticar a un músico, por ejemplo, pues sé que cuesta dedicación y dinero invertir en preparación e instrumentos, tal como la educación académica cuesta; lo viví un año y medio con mi hija y sus clases de guitarra en casa. Hoy en día, me veo en el papel de soporte para ella, a quien le gusta escribir historias y actuar. Para Paula no será fácil alcanzar sus sueños en un mundo lleno de zoquetes de la generación X, mi generación, que por un lado, han perdido la capacidad de maravillarse con el arte y por ende, no contagiaron de suficiente entusiasmo e interés a sus hijos, y por otro, los millenials, esos hijos que los X no educaron eficientemente e hicieron de ellos unos desmotivados totales o quieren "romper esquemas" queriendo ser "únicos y diferentes" exhibiendo ladrillos pendiendo de un alambre o un pedazo de excremento en una caja y a ello lo llaman "arte".



"Arte" hecho por algún hipster de medio pelo. Yo también puedo amontonar la basura de mi casa, ¡condecórenme!

Me indigna escuchar a gente de la edad de mis padres que crecieron y vivieron el auge de Woodstock, Andy Warhol, Dalí, Picasso, Francisco Durini y Luis Gómez Albán (ecuatorianos), The Beatles, Edith Piaf, Gone With the Wind, Casa Blanca o Star Wars, menospreciar con descaro a quienes manifiestan querer ser artistas. Me indigna escuchar a mi generación que creció con Michael Jackson, Guayasamín, Richard Clayderman, Star Trekk o Jesucristo Superstar, repetir ese mediocre patrón al criar zombies sin gusto y amor por el arte, o en su defecto, idiotas posmodernos que por ignorancia de sus padres no aprendieron a apreciar el arte y el esfuerzo que este conlleva cuando se trata de una pieza inigualable pues resulta que ahora todo lo antiestético y horripilante puede llevar tal sublime título sólo por "rebeldía" y así, aquel enamorado de la belleza y sutileza que caracteriza al arte, va siendo confinado por la estupidez de esta época.


A todos ellos, se suman esos "intelectuales" tirados a crema y nata de la sapiencia que no son más que elitistas ridículos y sin oficio, cuyo menosprecio por la pintura, comics o la ficción, borra cualquier intento de querer culturizar a la comunidad, sólo porque leyeron a Nietzsche, Foucault, Hayek, Lacan o Chomsky. Nadie tiene la culpa que de pequeños les hayan criado con complejos absurdos que les empujan a menospreciar a quienes en vez de figuretear ser "eruditos", prefieren difundir el arte en cualquiera de sus formas, tener un pincel entre sus manos o un poco de barro, y lo hacen porque les inyecta energía y buena onda. Ya quisiera verlos con tanto derroche de sabiduría, atreverse a basurear a Edgar Allan Poe o a Kandinsky si estuvieran vivos, o hacerle frente a J.K. Rowling, Stan Lee o a Stephen King diciéndoles que su literatura es para losers. Ya quisieran tener la mitad de la fama, dinero y reconocimiento que ellos tienen, y sobre todo, dejar el legado que ellos han dejado al mundo. Conversar con o escuchar a una persona que conoce sobre comics y películas es alucinante; tienen esa magia que te transmite un niño cuya imaginación no ha sido trastocada por la negatividad de la realidad, tienen esa pasión para contarte sobre esos mundos de fantasía e imaginas cuán fabuloso podría ser un día de aventuras con ellos. Hablar con alguen que sabe vida, pasión y muerte de Van Gogh, Mondrian, Renoir o Monet, es como hablar con esa novia enamorada que te cuenta con ojos brillantes sobre lo maravilloso que es su novio y cuánto llena sus días.


No me importa cuánto empeño y lágrimas nos cuesten a mi hija y a mí con tal que ella logre estar en la tablas o figurar como una de las mejores escritoras del siglo XXI mientras todo esfuerzo sea digno; en el camino iremos encontrando, incluso en las personas más cercanas, obstáculo y desaliento, pero no seré una madre infame y cerrada, porque en cambio yo veo amor y vida en el arte, y ella lo ve más que yo y sobre todo, LO SIENTE y con eso es suficiente para que ella siga luchando y tocando puertas y corazones. Ojalá, todos aquellos padres cuyos hijos van tomando gusto por algún instrumento, escritor, director, técnica de pintura o dibujo, los apoyen incondicionalmente. No saben la frescura que le darían al mundo si los dejaran aportar su ingenio, en la decadencia artística que se vive, es realmente urgente que el arte deje de ser pisoteado por el correctismo político y la mediocridad de todo idiota que osa calificar como arte a humanos exhibiéndose como macacos mientras frotan sus propias heces...

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